
Vitaozono Venezuela: Una historia de tenacidad, innovación y compromiso
Vitaozono Venezuela: Una historia de tenacidad, innovación y compromiso Corría el año 2016. Venezuela atravesaba uno de los momentos más difíciles de su historia reciente. Los anaqueles vacíos, el miedo en los rostros, la incertidumbre marcando el pulso de cada día. En medio de ese panorama, Luis Eduardo Goatache y yo, Gustavo Gimón, tuvimos una conversación que definiría nuestro rumbo: decidimos quedarnos en el país, pero con un propósito claro, crear un proyecto de alto impacto social, que no solo resistiera la crisis, sino que contribuyera a superarla. Nuestra primera intuición nos llevó al campo, al sur del Lago de Maracaibo, donde descubrimos una realidad tan dura como silenciada. Los productores de plátano, pese a su esfuerzo y dedicación, no lograban cubrir los costos de sus cosechas. Intermediarios sin escrúpulos, conocidos como “compradores a puerta de finca”, ofrecían precios ínfimos, obligando al productor a vender bajo pérdida por miedo a que sus productos se dañaran o fueran robados. Allí entendimos que el problema no era solo económico, sino estructural. Y que la solución debía ser innovadora. Contactamos a una cooperativa ejemplar: Cecosesola. Por suerte, el plátano era uno de los rubros que más necesitaban. Así logramos que los camiones de la cooperativa llegaran directamente a las fincas, eliminando intermediarios y pagando un precio justo. Fue nuestro primer pequeño gran triunfo. Pero el camino apenas comenzaba. En una de esas comunidades, un brote de enfermedades afectó a niños y ancianos. El agua estaba contaminada, una consecuencia directa del uso indiscriminado de agroquímicos y residuos del ganado en los ríos. No podíamos quedarnos de brazos cruzados. Así nació “Nuestro Filtro”, una unidad de filtrado de agua. Usamos arcilla local, concha de coco calcinada para generar carbón activado, y lo recubrimos con plata coloidal, conocida por sus propiedades bactericidas desde la época colonial. Diseñamos un sistema sencillo: dos cuñetes, uno con el filtro, otro para recoger el agua purificada. Logramos potabilizar incluso agua de charcos. Recuerdo con cariño cómo sorprendíamos a los visitantes ofreciéndoles un vaso de esa agua sin que supieran su origen —el asombro en sus caras al conocer la verdad era impagable. Esa experiencia nos abrió la puerta al mundo de la química, y particularmente al ozono, un campo fascinante y prometedor. A finales de 2017 logramos obtener todos los permisos para crear nuestro laboratorio: nacía así “Vitaozono Venezuela”. Uno de los retos más importantes que nos propusimos fue contribuir a la Soberanía en Salud. Desde su concepción, Vitaozono®️ es un producto 100% venezolano, elaborado y envasado con materia prima nacional. Esto no solo representa una ventaja en costos o tiempos de producción, sino que nos convirtió en un proveedor confiable y resiliente, capaz de seguir operando incluso en los momentos más adversos. No depender de importaciones nos dio independencia, algo vital en un país con tantas fluctuaciones y restricciones logísticas. Esta visión es parte del alma del proyecto, además de servir a las personas: apostar por lo nuestro, con calidad, ciencia y responsabilidad. El 2018 fue un año crucial. Teníamos un producto innovador, natural, pero enfrentábamos el escepticismo de una comunidad médica poco abierta a nuevas soluciones. Muchos médicos nos cerraban las puertas, tildando nuestro producto de “curanderismo” por no conocer su respaldo científico. Fue entonces cuando leímos una noticia que nos sacudió: el jefe de cirugía del Hospital Pérez Carreño advertía sobre el alarmante aumento de amputaciones en el país. Nos miramos Luis y yo y, supimos que no podíamos quedarnos de brazos cruzados. Yo tomé las muestras y me lancé a recorrer el país, hospital por hospital, dejando que los médicos residentes —los que están en primera línea en las emergencias— probaran nuestro producto, mientras Luis se ocupaba de la producción en el laboratorio. En muchos de esos centros no recibían visitas médicas desde hacía años. Recuerdo que, en algunos, lo único que tenían para curar heridas era azúcar. Visitamos 40 hospitales. Fuimos recibidos con sorpresa, con curiosidad, y finalmente con entusiasmo. No éramos una empresa más. Éramos venezolanos apostando por Venezuela. Con ciencia, con compromiso, con fe. Hoy, Vitaozono no solo es una realidad, es una esperanza. Un recordatorio de que incluso en los momentos más oscuros, el ingenio, la solidaridad y el amor por nuestra tierra pueden dar fruto. Esta historia no es solo nuestra. Es de todos los que se niegan a rendirse. Es para ti, venezolano que sueña con un país mejor. Porque sí se puede. @vitaozono vitaozono.com “La mejor manera de predecir el futuro es crearlo.” – P. Drucker